Stakeholders: ¿Quiénes son y por qué deberías reconocerlos bien? sobre todo si eres pyme o autónomo
En el día a día de una pyme o un profesional independiente, se habla mucho de clientes, proveedores o socios. Pero hay un concepto estratégico que muchas veces se pasa por alto y puede marcar la diferencia: los stakeholders.
Los stakeholders son todas aquellas personas, grupos o entidades que afectan o se ven afectadas por las decisiones, actividades o resultados de tu negocio. No solo son los clientes o inversores. También pueden ser:
Empleados (aunque seas solo tú, ¿tienes colaboradores externos?)
Proveedores
Socios o aliados estratégicos
Administraciones públicas
Comunidad local
Incluso tu propia familia, si tu negocio impacta en tu entorno personal
¿Por qué es clave identificarlos bien?
Porque entender quiénes son te permite:
- Tomar mejores decisiones: No es lo mismo lanzar un nuevo servicio sin considerar el impacto en tus proveedores o sin comunicarlo bien a tus clientes actuales.
- Gestionar riesgos: Anticiparte a conflictos o expectativas no cumplidas.
- Crear relaciones de valor: Cuando tus stakeholders se sienten tenidos en cuenta, su compromiso crece.
- Alinear tu estrategia con tu realidad: Especialmente en negocios pequeños, donde los recursos son limitados, priorizar bien es vital.
Es muy útil hacer un mapa sencillo de stakeholders y preguntarse:
¿Quién se ve afectado por lo que hago?
¿Quién tiene poder o influencia sobre mi negocio?
¿Quién puede ayudarme a crecer?
Reconocer y gestionar bien a tus stakeholders no es solo cosa de grandes corporaciones. Es una herramienta estratégica al alcance de cualquier emprendedor o pyme.
¿Realmente conoces las necesidades de tu negocio?
Muchas veces cuando emprendemos un negocio, es habitual saltar directamente a la acción: lanzar productos, contratar servicios y/o personal, comprar equipos y herramientas… sin haber definido con claridad qué necesita el negocio en esta etapa.
La definición de necesidades es uno de los pasos más estratégicos del desarrollo empresarial, pero también uno de los más subestimados.
Algunas de las preguntas que se pueden plantear, para definir necesidades correctamente son:
¿Cuál es el objetivo a corto, medio y largo plazo?
No es lo mismo necesitar visibilidad que necesitar rentabilidad.
¿Qué procesos están frenando el crecimiento?
Tal vez no necesitas más ventas, sino mejorar la retención de clientes.
¿Se está resolviendo un síntoma o la raíz del problema?
Invertir en marketing sin tener una propuesta de valor clara solo genera más ruido, no más ventas.
¿El equipo (o tú mismo) tiene las competencias necesarias para la siguiente etapa del negocio?
A veces la necesidad es formación o acompañamiento estratégico.
Al definir bien las necesidades, priorizas mejor tus recursos y tomas decisiones alineadas con la estrategia y orientadas a alcanzar los objetivos.
¿Te has detenido últimamente a revisar lo que realmente necesita tu negocio para crecer?
¿Estás detectando los riesgos de tu negocio a tiempo?
Una de las principales diferencias entre un negocio que sobrevive y uno que crece de forma sostenible es su capacidad para identificar y anticipar riesgos.
Muchas pymes y emprendedores se enfocan en la parte comercial (vender más, captar clientes o lanzar nuevos productos), pero descuidan el análisis de riesgos, lo que puede dejar al negocio expuesto a sorpresas que impactan directamente en la rentabilidad y la estabilidad del negocio.
Entre los riesgos que debes tener en el radar se encuentran:
- Riesgos operativos: ¿Qué pasa si se cae tu proveedor principal? ¿Tienes procesos clave documentados?
- Riesgos financieros: ¿Estás demasiado expuesto a pocos clientes o deudas a corto plazo?
- Riesgos de mercado: ¿Estás preparado para un cambio en la demanda o la entrada de un nuevo competidor?
- Riesgos tecnológicos: ¿Tu negocio depende de sistemas no actualizados o poco seguros?
- Riesgos humanos: ¿Qué impacto tiene un elevado porcentaje de rotación ?
Sin olvidar nunca la parte legal y de PRL (Aunque tengas un negocio pequeño, ambas son esenciales)
¿Por dónde empezar?
1. Mapea tus procesos clave
2. Haz una evaluación de vulnerabilidades
3. Crea un plan de acción y contingencia
4. Implica a tu equipo en la detección
Detectar riesgos no es ser pesimista, es ser inteligente. Es proteger el presente de tu negocio y garantizar su futuro.
¿Estás perdiendo tiempo… sin darte cuenta? Quizás tengas fugas de tiempo que drenan la eficiencia de tu negocio
Te esfuerzas. Das todo de ti. Trabajas sin parar… Pero los resultados no llegan. ¿Te suena familiar?
Frecuentemente escucho frases como:
“No me da la vida”, “Necesito más horas al día”, “Estoy siempre ocupado/a, pero no avanzo”
¿Te suena?
La realidad es que no necesitas más tiempo, necesitas identificar y cerrar tus fugas de eficiencia.
Algunas de las más comunes que veo a diario en pymes, autónomos y emprendedores:
- Reuniones sin objetivo claro:
Muchas veces se convoca por costumbre, no por necesidad. Una reunión sin agenda es una reunión que resta.
- Gestión reactiva del email:
Revisar el correo constantemente interrumpe tu foco. Elige 2-3 momentos al día para gestionarlo y nada más.
- Tareas operativas que podrías delegar o automatizar:
Si haces cada semana una tarea repetitiva manualmente, es hora de preguntarte: ¿la puedo automatizar o delegar?
- Falta de prioridades claras:
Trabajar sin un rumbo claro es como remar sin timón. Empieza cada semana con 3 objetivos clave. El resto es ruido.
✓ Consejo estratégico:
Haz una auditoría de tu tiempo durante 5 días. Anota en qué empleas cada hora. Al final, analiza:
¿Qué tareas podrías eliminar?
¿Cuáles deberías delegar?
¿Dónde estás aportando realmente valor?
Ser productivo no es estar ocupado. Es avanzar hacia tus objetivos con foco y eficiencia.
Antes de decidir hacia dónde quieres llevar tu negocio, primero necesitas entender dónde estás.
El análisis de situación es una de las herramientas más valiosas para cualquier pyme, autónomo o emprendedor. Sin embargo, muchas veces se pasa por alto porque estamos demasiado ocupados en el día a día.
La información que se obtiene tras el análisis, es clave porque:
Te ayuda a identificar fortalezas y debilidades internas.
Te permite ver con claridad las oportunidades y amenazas externas.
Te da una base realista para tomar decisiones estratégicas, en lugar de guiarte solo por la intuición.
Hacer un análisis de tu negocio no es perder tiempo, es ganar claridad. Saber qué funciona, qué no y dónde están las oportunidades marca la diferencia entre improvisar y avanzar con estrategia.
Un buen análisis se trata de poner luz en el negocio, entender qué funciona, qué frena el crecimiento y dónde merece la pena enfocar los recursos.
Si quieres que tu negocio avance de manera sostenible, empieza por mirarlo desde dentro con honestidad y desde fuera con perspectiva.
La estrategia de un negocio no solo se construye en los números, también se construye en las personas que lo hacen posible.
Muchas veces, como empresarios/as o emprendedores/as, ponemos todo el foco en ventas, procesos y rentabilidad (que son claves, claro). Pero hay un punto que suele pasar desapercibido: las motivaciones de nuestro equipo.
¿Por qué es tan importante?
Porque un equipo motivado no solo cumple, sino que se involucra.
Porque cuando conocemos qué impulsa a cada persona, podemos alinear sus objetivos con los de la empresa.
Porque detrás de cada idea innovadora, de cada cliente bien atendido y de cada proceso optimizado, hay personas comprometidas.
Entender las motivaciones no significa hacer encuestas superficiales, sino escuchar de verdad:
¿Qué les ilusiona de su trabajo?
¿Qué les frustra?
¿Qué necesitan para dar lo mejor de sí?
Cuando como líderes dedicamos tiempo a responder estas preguntas, dejamos de tener solo empleados y empezamos a construir equipos de alto valor.
En definitiva: conocer a las personas que hacen crecer tu negocio no es un “extra”, es parte de la estrategia.
¿Conoces los indicadores básicos de tu negocio?
Muchos emprendedores y pequeñas empresas se enfocan en vender, pero descuidan algo fundamental: medir. Y ya sabes lo que dicen: lo que no se mide, no se puede mejorar.
Tener claros los indicadores clave de rendimiento (KPIs) es vital para tomar decisiones informadas, anticipar problemas y detectar oportunidades.
Aquí te comparto 4 de los indicadores esenciales que todo negocio —grande o pequeño— debería tener controlados:
1. Ingresos y facturación
No solo saber cuánto vendes, sino entender de dónde vienen tus ingresos. ¿Qué productos o servicios son los más rentables?
2. Margen de beneficio bruto
Te dice cuánta rentabilidad estás obteniendo antes de gastos generales.
3. Beneficio neto
Es el resultado final después de todos los gastos. Refleja si el negocio realmente es sostenible o si solo estás generando flujo, pero no beneficios.
4. Flujo de caja (Cash Flow)
El oxígeno del negocio. Aunque tengas beneficios, sin liquidez puedes entrar en crisis. Controla entradas y salidas reales de efectivo.
Para tomar decisiones estratégicas, debes conocer tus números.
¿Cómo priorizar objetivos cuando todo parece urgente en un negocio?
Uno de los grandes retos que enfrentan los pequeños negocios y emprendedores es este: todo parece importante, y todo es para ayer. Pero si todo es prioridad, nada lo es realmente.
Algunos tips qué te pueden ayudar a ver el norte con claridad, y priorizar objetivos son:
1. Diferencia entre urgente e importante
¿Esto genera impacto a largo plazo o solo apaga fuegos?
Apagar fuegos es necesario a veces, pero no puede ser tu rutina diaria.
2. Usa la matriz de Eisenhower
Clasifica tus tareas u objetivos en 4 cuadrantes:
Urgente e importante → Hazlo ya
Importante, no urgente → Planifícalo
Urgente, no importante → Delega
Ni urgente ni importante → Elimínalo
3. Define 3 prioridades clave al trimestre
No más. Tres objetivos estratégicos que realmente muevan la aguja de tu negocio, por ejemplo:
- Aumentar ventas
- Mejorar procesos
- Captar talento o delegar mejor
4. Alinea al equipo (aunque seas tú solo)
Si estás empezando solo, tener foco claro te ayudará a decir “no” con criterio y a medir si estás avanzando o no.
Un negocio pequeño focalizado avanza más que uno grande sin dirección.
Medir objetivos en un pequeño negocio sin volverse loco, pero con intención:
Una de las trampas más comunes en los pequeños negocios es trabajar mucho… pero medir poco. Y cuando no se miden los objetivos, es fácil confundirse entre estar ocupado y ser realmente productivo.
No se trata de llenar hojas de Excel interminables ni de adoptar métricas complejas que solo generan frustración. Medir objetivos, incluso de manera simple, permite tomar decisiones más claras, priorizar mejor y ajustar el rumbo cuando hace falta.
Algunos principios básicos para hacerlo sin perder la cabeza son:
Definir lo que realmente importa: No necesitas medir todo. Empezar por 2 o 3 indicadores clave que se alineen con tus metas reales: ¿ventas? ¿retención de clientes? ¿tiempo invertido por proyecto?
Establecer metas realistas: Los objetivos deben retarte, sí, pero también deben ser alcanzables. De lo contrario, solo generan ansiedad y desmotivación.
Hacerlo parte de la rutina: Un momento semanal o mensual para revisar resultados puede marcar una gran diferencia. No esperes al cierre del año para darte cuenta de que algo no iba bien.
Usar herramientas simples: A veces, una hoja de cálculo bien diseñada es más útil que un software que no entiendes o no usas.
Medir es fundamental para entender hacia dónde va tu negocio y cómo puedes hacerlo crecer de forma sostenible.
No se trata de volverse loco con los números, sino de usarlos como brújula.
Errores comunes al diseñar un plan de empresa (y cómo evitarlos)
Diseñar una estrategia empresarial sólida no es solo rellenar un documento o seguir una plantilla. Es pensar, analizar, cuestionar y alinear. Sin embargo, muchos negocios caen en los mismos errores una y otra vez. Aquí algunos de los más frecuentes:
❌No tener claro el "por qué"
Comenzar por el producto o servicio en lugar del propósito del negocio lleva a planes vacíos de sentido y difícilmente sostenibles.
❌Copiar estrategias ajenas
Lo que funciona para una empresa no necesariamente funcionará para la tuya. Cada negocio tiene un contexto, un mercado y una cultura distintos.
❌Ignorar los datos
Diseñar sin analizar el entorno, el mercado y el comportamiento del cliente es como planear con los ojos cerrados.
❌Sobreestimar capacidades o recursos
La ambición es buena, pero la falta de realismo puede hacer que la estrategia colapse antes de despegar.
❌No contemplar escenarios alternativos
Un buen plan siempre incluye margen de maniobra. El entorno cambia, y la estrategia debe ser flexible.
La clave está en construir desde la honestidad, con datos, propósito y una mirada crítica.
¿Tienes una estrategia clara para tu negocio?
Ya seas una pyme o trabajes como freelance/autónomo, tener una estrategia no es un lujo, es una necesidad. Sin una dirección clara, es fácil caer en la trampa de hacer “de todo un poco” y no avanzar en lo que realmente importa.
Aquí te comparto una estructura básica que puede ayudarte a enfocar tu negocio y tomar mejores decisiones:
*Propósito definido
Más allá de vender, ¿qué impacto quieres generar? Esto es lo que te da rumbo y te diferencia.
*Conocimiento del entorno
Analiza tu mercado, tus competidores, qué tendencias están cambiando y qué están pidiendo tus clientes.
*Propuesta de valor clara
¿Por qué te eligen a ti y no a otro? Si no puedes explicarlo en 1 frase, toca afinarla.
*Objetivos concretos
No basta con “crecer”: ¿cuánto?, ¿en cuánto tiempo?, ¿a través de qué canales o servicios?
*Plan de acción simple pero efectivo
Qué vas a hacer, cuándo, con qué recursos y qué indicadores te dirán si vas por buen camino.
💡 Consejo: En los negocios pequeños, la estrategia debe ser práctica y flexible, pero siempre con foco. No se trata de hacer más, sino de hacer lo correcto.
Misión, Visión y Valores: el corazón de toda organización con propósito.
Dada la competitividad actual y las dificultades que existen hoy en día, tener claro por qué existimos, hacia dónde vamos y en qué creemos es lo que marca la diferencia.
Misión
Es el propósito fundamental de una organización. Responde a la pregunta: ¿por qué hacemos lo que hacemos?
Define la razón de ser y lo que se busca aportar a los clientes, equipos y entorno.
Una misión clara orienta las decisiones diarias y mantiene el rumbo.
Visión
Es la imagen del futuro a la que se aspira.
Inspira, reta e impulsa a crecer.
Una visión bien definida motiva al equipo, alinea esfuerzos y proyecta hacia dónde se quiere llegar a largo plazo.
Valores
Son los principios que guían el comportamiento, las relaciones y la cultura.
Actúan como un marco ético que define cómo se hacen las cosas, incluso en los momentos más difíciles.
La coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos empieza aquí.
Tener bien definidos estos tres elementos no solo fortalece la identidad organizacional, sino que también construye confianza, sentido de pertenencia y un liderazgo más humano y sostenible.
Tan importante es definirlos, como comunicarlos!
El verdadero diferencial no está solo en el producto, sino en el valor añadido.
En un mercado donde la competencia crece y la tecnología iguala condiciones, lo que marca la diferencia ya no es solo lo que vendes, sino cómo lo haces, qué resuelves y qué más entregas más allá de lo esperado.
El valor añadido puede estar en la atención al cliente, en la personalización del servicio, en la agilidad de respuesta, en el acompañamiento postventa, en la transparencia o incluso en la forma en que comunicas.
Cuando una empresa entiende su propuesta de valor como una experiencia completa (no solo como un producto o servicio), genera fidelidad, reputación y sostenibilidad.
Agregar valor no siempre implica más costes. A veces, es cuestión de escuchar mejor, entender más profundamente y comprometerse genuinamente con lo que el cliente necesita.
¿Estás construyendo valor real o solo cumpliendo con lo básico?
El valor añadido no es un lujo: es la clave para destacar y perdurar.
El área legal y de prevención de riesgos: un pilar estratégico, no un simple soporte operativo.
En muchas organizaciones, lo legal y lo preventivo aún se perciben como áreas reactivas. Se recurre a ellas cuando hay un problema. Sin embargo, las empresas más competitivas entienden que su verdadero valor está en la anticipación.
Un equipo legal sólido no solo resuelve conflictos: ayuda a prevenirlos, optimiza decisiones clave y protege la reputación y sostenibilidad de la empresa.
Por su parte, la prevención de riesgos permite identificar vulnerabilidades antes de que se conviertan en crisis. Ya sea en cumplimiento normativo, relaciones laborales, seguridad operativa o gestión contractual, prever es siempre más eficiente (y menos costoso) que corregir.
Integrar estas áreas en la estrategia empresarial no es un gasto: es una inversión inteligente.
Las decisiones con respaldo legal y visión preventiva no solo minimizan riesgos, sino que generan confianza, credibilidad y crecimiento sostenible.
¿Tu empresa ya está incorporando estas funciones como parte de su estrategia central?
La importancia de definir objetivos claros en un negocio
En el entorno empresarial actual, caracterizado por la incertidumbre y la constante evolución, establecer objetivos claros y bien definidos no es solo recomendable, sino fundamental para la sostenibilidad y el crecimiento de cualquier organización.
Los objetivos estratégicos permiten:
✔️ Definir una dirección concreta
✔️ Alinear los esfuerzos del equipo
✔️ Tomar decisiones con mayor claridad
✔️ Evaluar el progreso de forma objetiva
✔️ Mantener el enfoque frente a la complejidad del día a día
Cuando una empresa sabe hacia dónde quiere ir, cada acción cobra sentido y cada recurso se utiliza de forma más eficiente.
Es fundamental que estos objetivos cumplan con criterios de claridad y viabilidad: deben ser específicos, medibles, alcanzables, relevantes y limitados en el tiempo (SMART). Esta metodología facilita la planificación, el seguimiento y la adaptación ante posibles desviaciones.
En definitiva, los objetivos no solo impulsan resultados, sino que fortalecen la cultura organizacional y promueven un liderazgo estratégico.
Cuando el esfuerzo no basta: el poder de una estrategia clara
Te esfuerzas. Das todo de ti. Trabajas sin parar… Pero los resultados no llegan. ¿Te suena familiar?
Es más común de lo que parece. Muchas veces, el problema no está en la falta de esfuerzo, sino en cómo se está dirigiendo ese esfuerzo. Aquí algunos motivos frecuentes:
1️⃣Falta de una estrategia clara y planificada
2️⃣ Objetivos poco definidos o inexistentes
3️⃣ Mala gestión del equipo o conflictos internos
4️⃣ Desorganización en los procesos
5️⃣ Uso ineficiente de recursos y herramientas
No se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor.
El primer paso para avanzar es hacer una pausa, revisar lo que estás haciendo y reestructurar con claridad.
¿Tienes una estrategia real o estás improvisando día a día?
Si te sientes identificado, tal vez es momento de replantear el rumbo.
Cómo convertir una idea en un negocio
A todos se nos ha pasado por la cabeza alguna vez, la idea de un negocio que, seguro que triunfaría, pero... ¿Por qué hay personas que lo consiguen poner en práctica y otras no?
Muchas veces el miedo, el desconocimiento o la incertidumbre nos echan para atrás. Sólo unos pocos se atreven a dar el paso, y de esos pocos, aun son menos los que triunfan.
Esos casos de éxito tienen algo en común, que les ha hecho llegar hasta donde querían:
1. Objetivos claros y bien definidos. Cualquier viaje comienza eligiendo destino. En los negocios, al igual que en los viajes sucede lo mismo, el primer paso es una buena definición de objetivos, es decir, tener claro dónde queremos ir.
2. Trazar el plan. Debemos pensar cómo vamos a realizar ese viaje, de esta manera, podremos prever posibles imprevisto y solucionarlos de la manera más eficiente posible. Aquí será fundamental tener la mente abierta y pensar no sólo en el corto plazo, sino también en el largo plazo.
3. Búsqueda de apoyo y alianzas. Nunca un viaje que haya merecido la pena se ha hecho sólo. Rodearte de un buen equipo tanto interno como externo es fundamental.
4. Análisis de datos e información. Esto es fundamental para absolutamente todo. Conocer si el producto tendrá éxito, tomar decisiones, conocer el mercado, nuevas oportunidades, áreas de mejora, capital necesario, proyecciones financieras, etc.
Y por supuesto, no rendirse ante la primera dificultad, la constancia es el pilar fundamental para alcanzar cualquier meta.
Las personas: piezas clave en el éxito de un negocio
Todo empieza con una idea.
Imagina que quieres hacer un viaje en barco, como supondrás, ese viaje no lo puedes hacer sólo (quizás sí, pero te enfrentaras a muchas más dificultades y seguramente no llegues a tu destino cuando querías) necesitas un capitán, una tripulación, e incluso alguien en tierra por si ocurre una emergencia.
Cuando tenemos un negocio, sucede lo mismo, contar con un buen equipo es fundamental. Y cuando hablo de equipo, no sólo hablo de las personas que contratas, también hablo de proveedores, inversores (si los hubiese), compañeros/as de profesión, e incluso clientes.
Tener claro que rodearse de un buen equipo es esencial para alcanzar el éxito en un negocio, es fundamental, porque las empresas las forman personas, y las personas pueden hacer que tengas unos resultados magníficos y tener una experiencia maravillosa, o, todo lo contrario. Puedes tener una experiencia terrible y unos resultados desastrosos.
Por eso, a la hora de contar con personas para tu negocio, debes asegurarte de que esas personas están alineadas con los valores de tu negocio, que comparten tu visión de la empresa y algo fundamental, debes tener muy en cuenta sus motivaciones y necesidades, para lograr que su implicación, y con ello sus resultados, sean los que buscas.
En este sentido, yo siempre aconsejo priorizar en valores, antes que, en experiencia y formación, porque la experiencia se gana con el tiempo, y los conocimientos se pueden aprender, pero los valores y las motivaciones individuales de cada uno, no.
¿Por qué necesito definir una estrategia para mi empresa?
Entendemos por estrategia el plan en el cual un negocio define sus objetivos, así como el camino para alcanzarlos.
La estrategia es el esqueleto del negocio, el eje central en base al cual gira todo lo demás. Puedes tener una idea brillante y un producto extraordinario, pero sin un plan es muy probable que fracase. La importancia de una buena estrategia radica en varios puntos:
El primero de ellos es, que una estrategia bien definida, te permitirá poder establecer tu marca diferenciadora respecto a la competencia.
Con una buena estrategia, no estás mirando solo a unas pocas millas de tu barco, si no que estás con un ojo en el destino y con otro en lo que sucede en el día a día.
Gracias a la estrategia, también puedes establecer un plan B, en algún punto del trayecto, para posibles imprevistos o riesgos a mitigar.
Establecer una estrategia adecuada, también te permite, poder hacer una previsión de todos los recursos que necesitaras, para llegar al puerto que deseas.
Con todo esto, ¿Por qué necesito definir una estrategia para mi empresa? Porque va a ser el mapa que guie tu camino en la travesía hacia tu destino deseado, en el viaje hasta puerto.